domingo, 18 de diciembre de 2011

¿Qué harías si tuvieras todo el tiempo y no importara para nada si es verano o es invierno?


Y llega un momento en tu vida en el que por esto o por lo otro te tienes que parar, no sé si puede ser por una caída, por un pensamiento, por un sentimiento, por el futuro, o por el pasado. Pero te paras, y ves que nadie se para contigo, que todo el mundo sigue su camino, y nadie es capaz de pararse a ayudarte a seguir. Y sigues ahí, esperando a que alguna persona de las que caminaba contigo se de la vuelta para continuar contigo, y nadie aparece. Nadie se ha dado la vuelta, y ya están lejos, tu ya no estás con ellos, y ahora miras hacia atrás, y ves a alguien que va cubriéndote las espaldas, ves a alguien que lleva una mochila con curas para las heridas, con consejos y sentimientos que has ido dejando por el camino, y da la enorme casualidad que es esa persona a la que has rechazado mil y una vez por otras, esas otras que te dejaron en el camino. Y esa persona que viene detrás tuya es justo esa persona que ha ido todo el camino cuidándote y guiándote, sin que te dieras cuenta, sin apreciar lo más mínimo ese gran detalle. Y ahora no sabes hacia dónde mirar, y piensas en seguir sola hacia delante, siguiendo el camino que otros han hecho ya, pero en cambio, deberías pararte, darte la vuelta, cogerle la mano, e ir por un camino construido juntas. 
Y desde ese justo momento, desde que ya no va detrás, si no que va a tu lado, justo desde que habéis decidido caminar juntas, justo desde este momento sabes que te va a acompañar toda la vida, haya personas detrás, delante y contigo, siempre ahí.


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